Publicado: viernes 22 de noviembre por EVA SANMARTÍN TARRAGÓ
Es domingo por la tarde. El único día que me tomo mi tiempo para cocinar. Siempre lo hago con música. Enciendo la radio. Suena música pero, de repente una voz dice: "Ajuste de medicación". Sigue a esa frase un poema. Sus versos resuenan en mi cabeza como algo cercano. Intuyo que habla sobre un hijo autista.
No me equivoco. Han dicho el nombre del libro y del autor. Voy a Google, lo busco y lo compro. A los tres días tengo en mis manos "Los lagos de Norteamérica" de José Daniel Espejo. Lo leo en veinte minutos, con ansiedad, con tristeza y con angustia, pero percibiendo también la liberación del autor al escribirlo, al poder describir su vida. Puedo entender su resistencia en la aceptación del diagnóstico de su hijo Martín. Puedo entender la soledad del cuidador. Puedo entender su vida cuando se cierra la puerta de casa. Puedo entender cómo se siente cuando le llaman "campeón" por ser el padre de un hijo autista. Puedo entender las noches sin dormir. Puedo entenderle. He oído su historia en más ocasiones. Su historia, son fragmentos de historias de las familias con una persona con TEA, incluida la mía.
Aquí tenéis dos fragmentos de esa mi, nuestra, su historia:
"Nadie sabe nada sobre la repetición
antes de vivir con un muchacho con autismo
que mira el mismo vídeo de YouTube
hasta memorizarlo por completo. Palabras,
sonidos, efectos de la luz."
-
"Cada varios meses visitamos la consulta
de la psiquiatra infantil. La operación se llama
ajustar la medicación. Contestamos preguntas
del tipo ¿han aumentado o se han reducido
la ansiedad los ciclos de sueño la disrupción
cómo de vívidos los colores del cielo
qué sensación de vida en mitad de un abrazo...?"
(*) Eva es madre de Iris, una de nuestras socias más jóvenes. A partir de esta publicación, TEA con A atenderá los parámetros de Lectura Fácil establecidos en las directrices de la IFLA