Publicado: jueves 25 de marzo por ELSA CORTÉS AZNAR (*)
Ya es primavera y la gente sigue igual de superficial. Me pregunto qué ocurrirá dentro de sus mentes. Cómo estará construido el cerebro de una persona que no tiene temas de conversación, que si está en una app de ligues, lo único que sabe hacer es hablar de sexo. Me pregunto qué ocurrirá en el cerebro de una persona que cuando te habla no sabe interesarse por ti de verdad y si lo hace, es por aparentar. ¿Qué nos lleva a fingir tanto? ¿Qué nos lleva a no ser nosotros mismos? ¿Qué es lo que nos hace ser tan superficiales? Yo no puedo evitarlo, no tengo ese filtro. A veces lo desearía, pero es imposible no decir lo que opino de verdad. No sé mentir. Yo soy yo desde el principio y si quieres ir descubriendo capas, pues la verdad que no puedes porque sólo tengo una. Lo que ves es lo que soy, desde el principio. No me cuesta nada hablarle a una persona desconocida tal cual le hablo a mis amigas. Lástima que eso nos haga más vulnerables y más de punto en blanco para atacar y hacer daño. Lástima que haya personas que en cuanto ven un agujero cojan una pistola y ni duden un segundo (metafóricamente hablando, claro está). Pero yo no puedo evitarlo. Y todos sabemos que la verdad acaba ganando, tarde o temprano. ¿Para qué fingir? ¿Para qué mostrarme sin ser yo?
¿No os pica la curiosidad por saber lo que habrá detrás de la mente de una persona? Me fascina ese poder de la gente de decir mucho sin decir nada, de decirme qué tal sin un mínimo interés, de hacer todo por convenio, de no aparentar rebeldía, de hacer todo porque es lo que hay que hacer, sin ningún mayor atisbo de inconformidad. Cuando doy charlas y nadie me pregunta y luego cuando termina la charla me vienen todos de golpe a preguntarme cosas. Admiro esa capacidad de no hacer las cosas cuando puedes hacerlas y hacerlas cuando ya no puedes. Yo no sé hacer eso. No me sale. De pequeña era una preguntona en clase y en las charlas. Cosa que me interesaba, cosa que preguntaba. La gente me daba igual. Supongo que se lo tengo que agradecer a mi Asperger. No me sale juzgar, de verdad que no, aunque no os lo creáis. No me puedo creer que una persona quiera hacer daño a otra. ¿De verdad existen las personas sin corazón, sin sentimientos, sin un mínimo arrepentimiento? Lo dudo mucho. ¿Qué es lo que llevará a una persona a manipular a otra, a violarte, a pegarte, a matarte? ¿Qué es lo que tiene que llevar a una persona a actuar de manera tan cruel? ¿Qué es lo que tiene que llevar a una persona a suicidarse? Todas estas preguntas me hacen ver por qué la gente es tan superficial. Porque tienen miedo. Al final todo es miedo. ¿Miedo a la vida? ¿Miedo a fallar, a que quieran dispararte? Miedo a sentir dolor, ¿no? Miedo a vivir. Es por eso por lo que las personas a veces no dicen lo que sienten y mientan, porque tienen verdadero terror a descubrir la verdad, una verdad que es tan inocente como un niño de 3 años.
¿Podemos entender a las personas que violan? ¿A veces te has parado a pensar eso? Yo creo que sí podemos, pero para hacerlo tienes que dejar de juzgar. ¿Por qué hay más hombres que violan que mujeres que lo hacen? Por la misma razón por la que un perro puede tirarse a una perra sin apenas esfuerzo, y la perra solo puede tirarse a un perro si el perro le dice que sí. Yo entiendo que los hombres, por su estructura cerebral y su fisiología tengan más ganas de tener sexo y normalmente sea más el hombre que la mujer quien desee llegar a la cama. Las mujeres tendemos a ser más emocionales, a ver más esa parte. O al menos yo, vaya, que igual me estoy tirando luces y soy yo la rara. Lo que quiero decir con todo esto es que hay un camino para poder entendernos, para perdonar al más cruel y para justificar al más dócil. Porque toda persona buena tiene parte de mala y toda persona mala tiene parte de buena. Somos grises, no somos blancos o negros y todos nos equivocamos. ¿Y si una persona que viola o que mata se equivocó? Tenemos eso muy encasillado, como que la muerte no se puede perdonar. Pero al igual que hay gente que mata, hay gente que se suicida. Y para que eso no ocurra, digo yo, tendremos que empezar por perdonarnos como sociedad por los errores que tuvimos y querernos por todo lo que hemos evolucionado y por todo lo que hacemos bien. Tendremos que aceptarnos y entendernos, aunque haya cosas que no compartamos. Porque cada uno es de su madre y de su padre y eso es así. Pero todos tenemos corazón, todos tenemos esa habilidad de comprender. Y lo digo yo, que tengo TEA, lo digo yo, una persona que quizás no habría recibido el diagnóstico por tener emociones. Lo digo yo, que a veces me quedo bloqueada y no sé qué hacer, lo digo yo, que soy vulnerable porque me muestro a la gente sin ganas de ofender, pero con una rebeldía tremenda de cambiar el mundo. Porque necesitamos un cambio, porque a la vista está nuestro miedo. La no comunicación. Míralo si no en el Gobierno. Si se escuchan y se intentan entender, al menos no lo demuestran. Que seas de VOX, de PODEMOS, del PSOE, del PP o de Ciudadanos, ¿qué más da? ¿No debería importarnos más lo que nos une como personas y lo que nos desune por miedo? Si no, muchas cosas que no están hechas, ya lo estarían.
Admiro la capacidad de hablar, de aparentar, de juzgar de la gente. Porque, sinceramente, a mí no me sale. Y es uno cuando ve lo que no tiene cuando más se interesa y más divaga.
Pero, en serio, ¿no os pica la curiosidad por entender qué hay detrás de nuestras decisiones y de lo que hacemos o dejamos de hacer? Porque a mí sí, y cada día más, porque cada día entiendo menos.
(*) Elsa colabora mensualmente en la sección TEA con A con la Asociación Autismo Huesca. La asociación no es responsable de las opiniones que aparecen en el artículo, siendo estas personales y manifestadas con total libertad por su autora.
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