Soy mamá de una niña con Asperger

Publicado: 28 de Junio de 2018 por IRIS Y EVA

 

Uno de los dibujos de Iris
Uno de los dibujos de Iris

 

Este mes de junio finalizaba el curso pero, a su vez, comenzaba una nueva etapa en nuestra familia. Una etapa que responde las preguntas que tantas veces me había hecho. Y ello ha sido posible gracias a un diagnóstico.

 

Soy mamá de una niña con Asperger, un síndrome que se engloba dentro del Espectro Autista. El grado de mi hija es leve y esta circunstancia es una de las causas por las que no ha sido fácil identificar desde el entorno familiar lo que sucedía. Si bien es cierto que hay comportamientos que me costaba entender, siempre había encontrado alguna explicación (mejor o peor, y, muchas veces, errónea) y, como suele pasar en estos casos, también hubo personas que vinieron en mi “ayuda” para acabar culpabilizándome como madre por “tenerla mimada”, “porque no la socializaba”, “porque no la llevé a la guardería”, “porque no la estimulaba”...

Este año, en el colegio, detectaron lo que en casa no era tan evidente. La dificultad para entablar relaciones con sus iguales; los problemas para seguir el ritmo en clase cuando a nivel cognitivo no tenía por qué tener ningún inconveniente; los bloqueos para hacer ciertas cosas cotidianas, como entrar en clase si llegaba tarde; no defenderse ante comportamientos intimidantes hacia ella; no pedir lo que necesitaba; la falta de espontaneidad; y, muchas otras conductas que solo se daban en ese entorno.

Ha sido un año muy difícil en el que mi hija ha sentido la frustración de no poder cumplir las competencias que le exigían en el colegio; en el que se ha quejado en muchas ocasiones de que no tenía amigas; en el que ir al colegio todas las mañanas era una experiencia dolorosa para las dos. Y, ha sido extremadamente duro el hecho de que ella no pudiera expresar lo que sentía y que fuéramos incapaces de comunicarnos porque, ante toda esta situación, ella estaba refugiada en un mundo imaginario del que no quería salir.

A mediados de curso, el equipo de orientación del colegio, empezó a sospechar que mi hija podía ser Asperger. Desde entonces, este equipo, más el personal docente, trabajaron en común y los resultados han sido, a final de curso, más que evidentes. No pueden ser más positivos. La progresión académica ha sido muy buena pero, sobre todo, es ilusionante ver cómo juega con sus amigas de clase.

Hace varios meses, también nos asociamos a Autismo Huesca. Es obvio que las organizaciones las hacen las personas. En ésta hay calidez, cariño y una gente fantástica con muchas ganas de que mi hija sea una persona autónoma y feliz. Y en eso estamos trabajando, desde allí, desde la familia, desde la parte clínica y desde el colegio. ¡Imposible que esto salga mal!