Publicado: Jueves 26 de Julio por CAROLINA GÓMEZ LAFUENTE
Puf, sólo pensar en ir de vacaciones, sentía un nudo en el estómago. Soy madre de dos hijas, de 13 y 11 años, una de ellas diagnosticada con TEA. Planificar una semana de vacaciones en la playa, supone tener que hacer frente a novedades, cosas triviales para mí, pero que afectan en mayor medida a mi hija: rutinas nuevas, sitio nuevo, nueva gente… ¡mucha gente junta!
Llegó el día del viaje hasta el camping donde nos alojábamos; mi hija estaba un poco alterada. En momentos como ese, a ella le da seguridad tener información que pueda resultarle útil; así que recorrimos todo el camping para que supiera cómo era el lugar donde íbamos a estar, y le expresé lo que, como su madre, esperaba de ella durante estas vacaciones. Necesitamos esos espacios donde anticipar situaciones, a ella y a nosotras nos sirven para manejar mejor emociones y sensaciones que van a aparecer.
De estos días mis hijas (sin distinción) disfrutan estando en familia, su libertad, las amistades que aparecen, lo fantástico que para ellas es el verano porque les supone un extra de felicidad...
Así que aquí seguimos, no todo está siendo sencillo, pero ella responde bien a las nuevas situaciones, cada sonrisa y abrazo que luego nos regala a su hermana y a mí hace que el nudo desaparezca por completo.
Felices vacaciones TEA